Aires nuevos en el Palacio de Santa Cruz: continuidad, previsibilidad y profesionalidad. Éste es el mensaje del nuevo ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, que acaba de anunciar el fin de las embajadas políticas en España durante la toma de posesión del nuevo secretario de Estado de Asuntos Europeos, Íñigo Méndez de Vigo.
Durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se llegó al cénit de los nombramientos políticos en la carrera diplomática: hasta 10 embajadas fueron ocupadas entre 2004 y 2011 por personal no diplomático. Las últimas: la de Bélgica, otorgada el año pasado por Miguel Ángel Moratinos a Silvia Iranzo, ex secretaria de Estado de Turismo, Comercio e Industria; y la del representante permanente ante la Unión Europea (COREPER), Luis Planas, que venía de ocupar la de Rabat. La Asociación de Diplomáticos de España (ADE), que agrupa al 70% de los funcionarios diplomáticos, emitió el pasado año una nota de protesta.
Reorganizar al cuerpo diplomático:
También ha anunciado una nueva Ley del Servicio Exterior para reorganizar a los casi mil diplomáticos que forman parte del Ministerio de Asuntos Exteriores para crear «un servicio global e integral que devuelva España al lugar que le corresponde en el mundo». Para ello, se crearángrupos de trabajo con ex ministros de Asuntos Exteriores y diplomáticos que elaborarán juntos un Libro Blanco.
García-Margallo ha reforzado la secretaría de Estado de la UE, otorgándole a Méndez de Vigo las relaciones bilaterales de la Unión además de las institucionales.
Europa ocupa el lugar más destacado en la agenda del nuevo ministro: Exteriores irá de la mano de Economía en el diseño de la nueva arquitectura europea, según ha subrayado Margallo.
Fuentes gubernamentales han confirmado que España ya ha preparado las enmiendas al proyecto de Tratado Intergubernamental salido de la cumbre del pasado 9 de diciembre.
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